... así que se pierde la costa de vista, el hombre solo frente a su creador no puede permanecer extraño a las fuerzas de la naturaleza que le rodean. Pronto él mismo formará parte de ellas, simplificandose y purificándose al contacto con estas fuerzas brutas que le rodean y le absorven.
Y es, creo, esta necesidad no solamente de novedad, sino de limpieza física y moral, la que impulsa al navegante solitario hacia otras orillas, entre las cuales su cuerpo y su espíritu, liberados de las ataduras y servidumbres terrestres, pueden encontrar de nuevo su esencia y su pureza en el seno de los elementos naturales de los que los antiguos hicieron sus dioses.
Viento, sol y mar, trinidad del Dios de los marineros.
(Extracto del libro UN VAGABUNDO DE LOS MARES DEL SUR de Bernard Moitessier publicado en España por Ed. Juventud)
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